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La tristeza es una emoción humana universal. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar qué sucede realmente dentro del cuerpo cuando atravesamos un episodio de profunda melancolía. Más allá de lo emocional, la tristeza tiene efectos físicos y mentales que pueden impactar nuestra salud si se prolonga en el tiempo.

De acuerdo con especialistas en psicología y neurociencias, sentir tristeza activa zonas específicas del cerebro, como la amígdala y el hipocampo, encargadas de procesar las emociones y los recuerdos. El cuerpo reacciona con cambios fisiológicos: el ritmo cardíaco se desacelera, los niveles de energía disminuyen, y puede haber alteraciones en el apetito y el sueño.

“La tristeza no es simplemente estar decaído. Es una señal de que algo necesita atención emocional, y si no se atiende, puede desencadenar un cuadro más complejo como la depresión”, explica la psicóloga clínica Mariana Ruiz.

¿Cómo saber cuándo buscar ayuda?
No todas las tristezas requieren intervención profesional, pero hay señales claras que indican que es momento de pedir apoyo:

  • Pérdida de interés en actividades cotidianas.

  • Cambios persistentes en el apetito o el sueño.

  • Cansancio extremo sin causa física aparente.

  • Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.

  • Pensamientos negativos constantes o sentimientos de culpa.

  • Aislamiento social o deseo de desaparecer.

“Si una persona experimenta estos síntomas por más de dos semanas, es fundamental acudir con un profesional de la salud mental. La tristeza se convierte en un riesgo cuando limita tu vida diaria”, añade Ruiz.

Cuidar la salud mental es tan importante como cuidar la física. Hablar con alguien de confianza, hacer ejercicio regularmente, mantener una rutina y buscar espacios de expresión emocional son medidas que pueden ayudarte a sobrellevar momentos difíciles.

Y recuerda: pedir ayuda no es un signo de debilidad, es un acto de valentía y autocuidado.

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